Si queremos sociedades más avanzadas, más justas —no desde la igualdad artificial, sino desde la equidad real, donde cada quien dé lo que tiene y lo que debe, y también lo que potencialmente puede desarrollar—, entonces el progreso se hace sangrando. Se hace a regañadientes. Pero se construye. Para que nadie más te lo robe, te lo imponga, te lo confisque. No es un acto personal si no es político. No es político si no se ordenan las piezas. No se puede dar a otros si estás vacío. No se puede dar riqueza si no se construye primero. Y eso es ingenio, es visión, es estrategia, es amor. Pero por sobre todas las cosas —sin duda— es libertad.
Yo lucho conmigo. Yo me odio y me amo, a veces en partes iguales, pero siempre uno de esos sentimientos termina poniéndose por encima del otro. Y aunque el odio a veces es más grande que el amor, la verdad es que eso es solo una ilusión. El odio me empuja a escribir. Pero el amor… el amor es lo que me hace permanecer. Es lo que me impide aminorar la marcha cuando todo se vuelve difícil.
Mauricio.
Creador de Nuevo Gigante.