Vuélvete un bruto lúcido: un salvaje con visión, un león con ideas

La fragilidad no se esconde.
Se quema. Como el acero en la forja.
Porque sólo lo que arde se endurece.
Y con esa hoja templada, se sale a la guerra. Se conquista. Se vence.

Usando el cuerpo, se endurece la mente.
Porque el cuerpo resiste hasta donde la mente lo permite.
Y si estás enfocado, el corazón no se rompe: se expande, se hace sabio, y se vuelve digno.
Se vuelve digo para ti, para otros.

Todo se forja con temple, pero también con esperanza.
Con conocimiento.
No sin miedo.
El miedo sigue. Y eso es sano.
Porque es combustible.

Sé un bruto con ideas.
Uno que escriba, que piense y que sueñe,
pero sobre todo, que enseñe.
Dentro y fuera de la sala.
Sé ejemplo lo que más puedas.
Tu yo del futuro te estará esperando.

Porque eso, amigo mío,
se cultiva.
Se elige.
No para vivir.
Sino para existir mejor.

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