“Las expectativas que tenemos sobre los demás no solo influyen en sus conductas, sino que pueden, literalmente, transformarlas.”
— Rosenthal y Jacobson
El cansancio de creer
A veces, ser profesor o líder educativo es un acto de fe. No una fe ingenua, sino una convicción resistente: creer cuando nadie más cree. Hay días en que las pruebas son bajas, el curso parece indiferente, los errores se acumulan, y uno se pregunta si vale la pena seguir insistiendo. Pero ahí es cuando el efecto Pigmalión cobra su mayor valor: cuando decidir creer es un gesto de resistencia.
Creer en un estudiante rebelde. En un equipo que ha fracasado. En una comunidad educativa fragmentada. Esa creencia no siempre es correspondida de inmediato. No da garantías ni resultados automáticos. Pero a veces es justo esa confianza inicial la que inicia el cambio.
Una historia real: Valentina
Tuve una estudiante, Valentina. Pelo de colores, actitud desafiante, siempre llegando tarde. Había dolor en su mirada, aunque ella lo disfrazara de sarcasmo. No estudiaba, no hablaba mucho, no parecía tener rumbo.
Después de clases, me quedaba conversando con ella. Al principio eran cosas simples: bandas de rock, canciones, discos. Una vez llevó una guitarra. Le enseñé algunos acordes. Nunca hablamos de materias.

Y pasó algo. Empezó a llegar más temprano. A vestirse diferente (conste que el problema jamás fue la ropa, yo me declaro rockero, es más, metalero; el problema era su descuido, su falta de actitud) Así, Valentina comenzó a sentarse adelante. A escuchar. A hablar. No porque le enseñara contenidos, sino porque la escuché sin juzgarla.
Valentina rindió la PAES, entró a la universidad que quería, y antes de irse, me dejó una carta. En ella me contaba sobre las veces en que pensó quitarse la vida, sobre su dolor familiar, sobre el desamparo. Y sobre cómo, al sentirse escuchada, empezó a verse a sí misma de otra forma.
No hice nada extraordinario. Solo creí en ella. Y a veces, eso basta para que alguien empiece a creer en sí mismo.
La fe como liderazgo
El efecto Pigmalión no es solo psicológico, es profundamente ético. Es elegir ver el potencial antes que el resultado. Y esa es una forma de liderazgo que va más allá del aula: también aplica a los equipos, a los proyectos, a los líderes que nos guían incluso cuando no entendemos sus decisiones.
Creer no significa idealizar ni negar las dificultades. Es mirar lo que hay… y aun así ver lo que puede llegar a ser.
En un mundo donde el mérito se mide por resultados inmediatos, esta fe parece inútil. Pero es justo ahí donde se vuelve revolucionaria.
“A veces hay que creer primero, para ver después.”
Horizontales, no distantes
El liderazgo no se ejerce desde un pedestal. Se construye en la cercanía, en el vínculo, en ese “bajar del Olimpo” que no resta autoridad, sino que humaniza.
La fe pedagógica es también un acto de humildad. De decir: “no tengo todas las respuestas, pero estoy contigo en el camino”. Y cuando eso ocurre, el aprendizaje ya no es una instrucción: es un acto compartido.