Un aspecto clave para sentirte cómodo en el lugar que trabajas y con el rol que realizas, es sin duda el valor que le das a aquello que haces. ¿Estás feliz con el trabajo que realizas? ¿Lo disfrutas o más bien lo padeces? ¿La única retribución que sientes es aquella que llega a final de mes? ¿Sientes que tu trabajo es importante, no sólo para los demás, sino para ti? Estas preguntas son claves para comprender el trasfondo de nuestra estabilidad psicológica, familiar, productiva y laboral.
Sirvámonos de un escenario ya conocido.
En una entrada anterior hablábamos sobre la dinámica que mantenía Álvaro y Valeria. Álvaro menospreciaba su trabajo ocasionando en Valeria sentimientos de tristeza e inseguridad (te sugiero revisar ese post)
Ahora la pregunta es la siguiente: ¿por qué los comentarios de Álvaro calaron tan profundo en Valeria?
Al menos por dos motivos:
- Porque siente que su trabajo no es importante. Aspecto que ocasiona tristeza y desmotivación con aquello que hace
- Debido a no tener los conocimientos necesarios. Aspecto que la hace sentir insegura e incompetente
En este artículo nos centraremos en el primer motivo.
Sísifo: la misma roca, la misma cuesta ¿distinto resultado?
Sísifo fue un rey griego que cometió el crimen de desafiar a los dioses. Estos, a su vez, le confinaron al Inframundo condenándolo por la eternidad a subir una roca desde la base de una montaña hasta su cúspide para luego ser testigo de cómo ésta se desplomaba cuesta abajo volviendo al punto de partida.
El mito de Sísifo nos ayuda a visualizar el esfuerzo que no tiene fin y la inutilidad de ese esfuerzo. El relato es una metáfora del trabajo que se realiza sinsentido, puesto que no de él no se obtiene retribución alguna. El problema no es la falta de retribución en sí misma, sino aquel carácter eterno de tener que hacer algo inútil a perpetuidad. Sin mérito.
La proeza de Sísifo al cargar disciplinadamente una pesada roca a cuestas termina siendo no más que un absurdo desperdicio de tiempo y de energía en vano. Al margen del mito, muchas personas en estos momentos sienten esa roca sobre sus hombros, la misma roca, cada día.
No hay nada más frustrante que realizar un trabajo que conllevó sacrificio y disciplina y no obtener nada a cambio
La percepción que tiene Valeria frente a sí misma en tanto a modo personal desempeñando a diario una función en la empresa, así como la percepción que tienen sus compañeros y jefe, será decisiva para sentirse cómoda y satisfecha en su puesto de trabajo.
Sentirse cómodo en donde se está es necesariamente un aspecto de disposición compartida. Por un lado, de quien desea formar parte; por otro, de quién o quiénes te hacen parte.
En este caso no hablamos de transgredir quien eres sólo para conseguir encajar. No, ni mucho menos, sino de la dignidad que te da el trabajo: la dignidad de conferir valor a lo que realizas. Pues no hay nada más frustrante que no obtener algo a cambio.
Como profesor me he cuidado de sobremanera en no exponer al ridículo a algún alumno sin importar mi estado de ánimo o la conducta que este pudiese demostrar fuera o dentro de clases. Eso no es gratuito, sino que se debe precisamente a que en su momento fui muchas veces víctima del despótico poder del profesor que impone miedo queriendo a cambio obtener respeto. Supe con el tiempo que ese reprobable comportamiento es indicio de frustraciones o problemas personales que se vuelca en los alumnos. Tuve profesores del tipo “no soy de evaluar con nota excelente porque sólo Dios es capaz de hacerlo” …
Muchos de nosotros nos hemos encontrado con un profesor, pareja, o hasta padre y/o madre, incapaces de valorar nuestro esfuerzo. La experiencia debe hacernos competentes para la identificación de estas personas que, en lugar de hacernos la carga más liviana de sobrellevar, se empeñan en sumarnos más rocas (incluso las de ellos mismos) en una cuesta interminable que ni ellos sabrían con seguridad subir. No es sano que existan personas dispuestas con una predilección casi deportiva por señalar errores e incapacidades ajenas. No es sano, por cierto; pero, tampoco es sano para nosotros tener que aguantarlos. En primer y último lugar, date cuenta de cuál es y no es tu propia roca.
El valor del trabajo como eje angular
El trabajo sin sentido no trata únicamente como un trabajo que no debe, en primer punto no haberse realizado, sino del trabajo realizado que no tiene retribución.
El trabajo es un medio para conseguir un fin. La roca simboliza el problema, mientras que el esfuerzo realizado es el trabajo que implica sortear los obstáculos: la sed de Sísifo, el sacrificio, la disciplina. Sin embargo, esto último no tiene razón de ser si la roca no se queda en el lugar por el que tanto se trabajó. El problema no es la roca, porque el trabajo (indistintamente qué tipo de trabajo pueda ser) es un hecho y cada trabajo es un valor en sí mismo que dignifica a quien lo realiza porque nos hacemos merecedores de lo retribuido. Nos hace, en perspectiva, valorar nuestro tiempo y esfuerzo.
Mucho del sinsentido que guarda Valeria para con su trabajo no es exclusivamente responsabilidad de ella, sino de un líder incapaz de incentivarla.
En el caso de Valeria es necesario que el líder sea lo suficientemente abierto emocionalmente para reconocer y manifestar el buen trabajo realizado a sus trabajadores porque eso fortalece su vínculo con ellos, mejora el trabajo en equipo y brinda la satisfacción personal del trabajador con aquello que realiza. La conexión que experimentas en lo que haces, sin importar lo que sea, se debe a múltiples factores. No todos los días se cuenta con el mismo enfoque y disposición, por lo que se vuelve crucial que alguien reconozca lo que haces.
Si tu trabajo no es tomado en cuenta, ¿te motivarás diariamente siendo perseverante incluso frente a las dificultades para pasar desapercibido? Lo más probable es que no.
Será normal entonces que te acometa un sentimiento de impotencia y soledad. El sinsentido es una de las peores sensaciones que se puede llegar a experimentar porque perjudica, por un lado, directamente la percepción personal que nos hacemos de nosotros; mientras que, por otro, en el ámbito laboral, perjudica drásticamente la motivación decayendo consigo la productividad.
Un líder siempre debe, si el trabajo se hizo bien, reconocerlo. Reconocer el trabajo bien hecho no habla bien de un líder sólo a nivel productivo, sino además, a nivel humano.
Refuerzo positivo: aceitando la pieza
El silencio es la primera piedra del templo de la sabiduría.
Pitágoras
(569 AC. -475 AC.) Matemático y filósofo griego
Lamentablemente es casi una realidad que haya, en número, más personas hoy en día sintiendo que en sus labores cotidianas cargan con una roca sin aparente sentido. ¿Sentir el trabajo como castigo o sentir el trabajo como un sinsentido? El valor de lo que haces puede estar subordinado a lo que piensas sobre lo que realizas o a la percepción que tiene tu superior con respecto a lo que realizas. Lo seguro es que ambos aspectos son igualmente dañinos.
Consideración rápida: El buen líder jamás se encuentra en una esfera distinta que los empleados: un buen líder sabe que existe interdependencia de ambas partes, tanto así de quienes le rodean y dependen de su criterio, buen juicio y comprensión; así como del líder que, a su vez, dependerá de ellos para poner en marcha el trabajo y concretarlo.
A un jefe también se le evalúa por su trabajo aún cuando él mismo sea su propio jefe. Ya hablaremos de esto en otro post.
Ahora bien, en cuanto a lo anterior es que se hace forzoso notar que muchos jefes piensan erróneamente que el trabajo en equipo se ejerce desde adentro hacia afuera, es decir, que cuando no se realiza el trabajo el problema es interno y atañe únicamente a aquellos que se desempeñan en labores similares (compañeros de trabajo)
¿Pero, qué ocurre cuando el trabajo va bien y se consiguen los resultados esperados? Un mal líder es aquel que resta mérito a su equipo endiosándose a sí mismo. Existe algo a lo menos curioso en la que el jefe por envidia o hasta por celos de que los demás vean que alguien es bueno o apto entre sus pares les reconozca sus méritos. Hay jefes que se sienten venidos a menos cuando alguien hace bien su trabajo porque desean ser sólo ellos quienes brillen. Algunos jefes se ven amenazados por sus empleados cuando hacen bien sus labores. Resulta esto último tamaña inconsistencia y una total contradicción, al tiempo que habla mucho de su nivel humano.
Existen personas que ven con insipidez los talentos y méritos ajenos. No reconocer los logros de otro es dejar en evidencia el poco estímulo que se recibió en algún momento replicando así comentarios y/o actitudes que mucho tienen de egoísmo, envidia y nada de empatía por el trabajo de otro.
La gratitud da sentido a aquello que hacemos, gratitud proveniente de los demás, así como de nosotros mismos. Sentir gratitud permite traer paz y seguridad al presente remodelando y reforzando la visión y enfoque para el mañana.
Esto resulta casi homologable a cuando éramos niños y llegábamos a casa con una buena calificación entre las manos, ansiosos de contar la hazaña y recibíamos a cambio un imperturbable “es tu trabajo, “para eso” estudias”. Para qué exactamente uno se preguntará más tarde…
Con frecuencia hay jefes que tienden a enrostrar a sus empleados la fortuna de estar trabajando en ese lugar, además con un jefe que llega a ser (para sí mismos) hasta permisivo para con sus faltas “haciendo la vista gorda”. Sin embargo, cuando se apela al sentimiento de “ser afortunados” muchos jefes no inspiran a sus empleados haciéndolos sentir afortunados. Un buen líder busca la manera de recalcar que la empresa es afortunada de contar con un empleado poseedor de esas cualidades. Un mal líder enrostra porque con eso siente que podrá eventualmente justificar sus actitudes.
Un buen líder es quien observa y jamás deja de investigar las cualidades de las personas que trabajan junto a él y no para él. Operando como un canalizador de energía que logra encontrar los talentos y fortalezas de cada uno y percatándose, además, de la eficacia de un empleado con respecto al puesto que ocupa. Si un líder se percata que un empleado rendirá mejor en otro puesto, indudablemente debería ser cambiado, ya que, en suma, esto devendrá en un beneficio conforme a mejora de su bienestar personal y de la producción de la empresa.
No por saber las cualidades de cada persona y brindarles merito, incluso en público, quiere decir que se desatiende el equipo. Hay jefes que en este punto son sólo capaces de apelar al equipo en lugar de hacer mención a las individualidades. Ejemplo, en el fútbol vemos que cuando un equipo gana o pierde, todo el equipo debe hacerse responsable del resultado. No obstante, las individualidades, errores y aciertos también deben ser evaluados, premiados y castigados. Resulta injusto que algunos sin tener arte ni parte salgan perjudicados. Eso no es justo (se sabe) pero tampoco ético. A eso que conscientemente denominamos como “pagar justos por pecadores”. Un chiste.
Reconocer las cualidades en equipo e individualmente premiando el buen desempeño es aceitar la pieza.
Aceitar la pieza es dotar de herramientas y capacitación suficientes a un empleado para que consiga hacer su trabajo con el mejor desempeño posible en el plano técnico sin descuidar su dimensión humana: haciéndolo sentir valorado y necesario.
Trabajar para otros, trabajar para nosotros: un acuerdo de dinámicas
Encuentra la felicidad en el trabajo o no serás feliz.
Cristóbal Colón
(1451-1506) Navegante genovés
Encaríñate con tu oficio, por pequeño que sea, y descansa en él.
Marco Aurelio
(121-180) Emperador y filósofo romano
Algo cobra valor no tan sólo en la medida en que vaya en ayuda de los demás sino de uno mismo. En el caso del trabajo, cobrará valor siempre y cuando nuestra percepción y autoconcepto de lo que hacemos y de nosotros mismos encuentre un sensato equilibrio entre sacrificio, entrega y motivación. A menudo estamos tan preocupados de ejecutar una labor (una tarea para la escuela, un informe o documento para el trabajo, una entrada para un blog, etc.) que lo visualizamos inicialmente como un problema a solventar.
Es bueno que nuestro trabajo nos anteceda, sin embargo, en ocasiones la urgencia por mostrarnos eficientes puede ocasiones que nos afanemos o volvamos más ansiosos de lo debido. Es en mucha medida que, a raíz de esto, creamos ver lo que hacemos como un problema que no es tal. Si bien lo importante de realizar un trabajo son los objetivos cumplidos, no hay que olvidar que muchas veces el trabajo no es el problema sino con qué disposición afrontamos el trabajo.
Usualmente el trabajo no resulta ser el problema, sino más bien, el problema de fondo radica en la percepción anímico-emocional de la que disponemos durante el proceso. Creer que el trabajo es una pesada roca no hace más difícil el trabajo que tener una pesada disposición a cargarla sobre los hombros.
¿Para qué trabajamos? ¿Trabajamos únicamente para llegar a fin de mes o acaso trabajamos para contentar a otros con aquello que se nos pide que hagamos? Definitivamente por ambas, sin embargo, también la mayor de las respuestas debiera ser “que trabajamos por y para nosotros”.
El trabajo, como acto en sí mismo, debería ser comprendido como un territorio que genere motivaciones en lugar de debilitarlas. La motivación es el punto clave para obtener la energía y equilibrio necesarios para seguir cuando algo se dificulta. Es mediante el trabajo y sus motivaciones: el dinero, el reconocimiento, el aprendizaje y tu propia satisfacción lo que le confiere valor a lo que haces diariamente.
Si no ahondamos en las motivaciones detrás de lo que hacemos todos los días.
No es difícil de prever que si tu trabajo se tornaría sumamente aburrido y poco inteligente que tu trabajo sólo valiera la pena una vez llegado fin de mes. De ser así, entonces, conoces muy bien la sensación de desgano, frustración e irritabilidad que se experimenta conforme avanza el nuevo mes y el dinero escasea. Acto seguido: procede la ansiedad y angustia de ir contando los días para el próximo pago.
Si sientes que ha sido de ese modo hasta ahora, te invito a cambiar ese enfoque ¿cómo?
Disfrutando del proceso. Disfrutar del proceso de una labor realizada implica necesariamente disfrutar del proceso recreativo que tiene el trabajo. Más allá si sientes que el trabajo que realizas te llena o no. Cuando vas de vacaciones tus vacaciones comienzan desde que sales de casa, no necesariamente llegando al lugar de destino. Comprométete “autoactivamente” con tu propia satisfacción. Muchas personas pueden trabajar en algo que no les llena en absoluto, sintiendo que aquello que hacen no es del todo importante dejando de comprometerse consigo mismas al punto de criticar duramente sus acciones.
La excelencia es un hábito pues sólo aquello que se trabaja repetidamente tiene la potencialidad de renovar sus fuerzas. Trabajando con urgencia y necesidad es que se tiene la potencialidad de convertir aquello en algo excelente excediendo su función original. Pero no es posible forjar un hábito sólido sin la intensa devoción proveniente de la actitud.
5 TIPS PARA CONSEGUIRLO:
1. Confía en lo que puedes hacer
Valora tus habilidades y depura tu método. Cada vez que creemos que podemos hacer algo estaremos más cerca de alcanzar lo que tanto visualizamos. Recuerda que siempre habrá algo en lo que te destaques, aunque puedas no saberlo aún con seguridad eso no quiere decir que no exista. Encontrar tus habilidades es parte de un proceso que, mientras antes comiences, más rápido darás con la respuesta. Hay un potencial esperando. Cuando no puedas confiar en ti, confía en lo que sabes hacer mejor y enfoca tus energías a ello, porque ello te dará la seguridad que necesites para creer en ti. Es tan sólo cosa de tiempo.
2. Aprende de tus fracasos: ensayo y error
Ensaya porque el fracaso es necesario para reinventar la estrategia. Aun cuando fracasar se encuentre a la vuelta de la esquina y la permanente sensación de fracasar te paralice recuerda siempre que tú no eres el fracaso, pues el fracaso no te define. Siempre que tengas los ojos y el corazón dispuesto el fracaso te ayudará a saber qué es lo que debes cambiar la siguiente vez porque te da perspectiva, aprendizaje y entereza para los obstáculos.
3. Resignifica el trabajo, con razones
Dale sentido al trabajo en función de las motivaciones que te mueven a hacerlo. Saber exactamente las razones concretas por las cuales me encuentro desempeñando esa labor hace que pueda “mantenerme enfocado.” Reducir la distracción es clave porque muchas de las distracciones no existen, nosotros nos las imponemos. Por ello, pregúntate a menudo (tanto en momentos de felicidad como en momentos de ahogo) ¿por qué es que trabajo, ¿Cuál es mi meta?
4. Bien, ya conozco mi potencial, y ahora qué…
Entrénalo.
El consejo parecerá obvio, pero no resulta en exceso redundante cuando te tomas demasiado tiempo a ponerte en marcha, porque cuando te pones en marcha surgen problemas con el método y eso conlleva a replantearse la forma. No te paralices y explota incansablemente tu potencial como si de un precioso yacimiento se tratara. Sacar a relucir tu potencial se consigue puliendo la piedra a fuerza de disciplina. Un diamante es una piedra bruta hasta que se le despoja de lo que le sobra. Regocíjate de lo bien que lo has hecho y cultívalo a diario. El potencial se entrena: cualquier talento que se descuida se oxida.
5. Prémiate
Reconoce el mérito de tus acciones, porque hacerlo contribuye directamente a tu satisfacción personal y mejora la percepción que tienes de ti mismo. Cuando reconoces tu buen trabajo te hace responsable de la dimensión del logro al punto que refuerza tu confianza frente a las adversidades.
Por lo tanto, una tarea de similares características será mucho más fácil superar puesto que se contará con respuestas que antes no se tuvo. Esto impulsa a no dudar de la misma forma en que lo hiciste antes.
Reconocer el mérito de tus acciones te hace comprometerte con el sentimiento de saber terminada una labor difícil, eso inconscientemente creará hábito de excelencia. La condición inicial cambia, las capacidades adquiridas ya no son las mismas, sino mejores… y esto se nota, lo notarás tú, lo notarán los demás.
Cada vez que puedes encontrarle sentido a lo que haces es una forma para perseguir tus sueños y la felicidad laboral al tiempo que te desempeñas mejor y te conviertes en una versión más productiva de ti mismo. Quienes son capaces de darle sentido a lo que hacen a diario tienen más probabilidades de alcanzar el éxito. Un buen líder, siempre será alguien que motive, y brinde los alicientes y reconocimientos necesarios a alguien que está haciendo bien las cosas. De ese modo, trabajar no supondrá para nadie una roca enorme que pesa sobre nosotros.